“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/2/16

José Martí y nuestro tiempo

José Martí
✆ Pedro Ramón López
Atilio A. Boron   |   Llegó a su término la IIª Conferencia Internacional “Con todos y para el bien de todos” organizada en La Habana por la Oficina del Programa Martiano. Este aforismo ha sido a menudo mal  interpretado, como si Martí fuese tributario de una concepción negacionista de las clases sociales y su conflicto. En realidad era un fino observador y analista de las sociedades de su tiempo, y sus fragmentaciones y asimetrías no pasaron desapercibidas a su aguda mirada. 

Conocía como muy pocos pensadores independentistas la sociedad norteamericana, estaba familiarizado con España, donde pasó unos años, y conocía Cuba como la palma de su mano. También estuvo en varios países del Caribe, Centroamérica y México y su conocimiento de la región era, para las limitaciones de su época, realmente impresionante. Con aquella consigna –“Con todos y para el bien de todos”- Martí quería señalar la necesidad de dar cuenta de la complejidad de la formación nacional cubana, integrada por españoles, criollos, afrocubanos y gentes de otras etnias nativas, y que la república independiente por la cual él luchaba y por la cual ofrendó su vida tenía que incluir a todas esas comunidades –no por igual a los campesinos y los terratenientes, va de suyo- teniendo a la vista el bien común. En suma, proponía para la Cuba de su tiempo lo  que en el lenguaje actual denominaríamos un “estado plurinacional” tal como, respondiendo a la inspiración martiana, existe hoy día en Bolivia.