“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

30/4/15

Sobre el lugar de la Mancha y otras incertidumbres del Quijote

Montaje del ‘Don Quijote’ (1955), de Pablo Picasso sobre el
‘Trigal con segador a la salida del sol’ (1889), de Vincent van Gogh
Pedro García Luaces   |   En el cuarto volumen de su monumental obra Vida ejemplar y heroica de Cervantes, Luis Astrana Marín aseguraba haber encontrado al Quijote histórico o al menos al personaje que lo inspiró en un fraile agustino de Esquivias llamado Alonso Quijada. El fraile había muerto diez años antes del nacimiento de Cervantes y casi 50 antes de que este hubiera pisado Esquivias, pero Astrana Marín confiaba en que el insigne escritor hubiera oído hablar de él porque era sobrino del bisabuelo de su esposa, Catalina de Salazar. Alonso Quijada, según asegura Astrana, “habría dejado memoria en el pueblo de su afición desmesurada por los libros de caballerías”, razón por la cual su pista era más consistente que la de aquel otro Alonso Quijada de Salazar, contemporáneo de Cervantes, que durante años fue tomado en Esquivias por el Quijote auténtico. Siguiendo el camino trazado por Francisco Rodríguez Marín, Astrana ya había descartado al otro por carecer de afición por los libros de caballerías y por su escasa frugalidad y castidad, pues era un hombre acomodado que llegó a tener doce hijos. “Porque un vulgar vecino de Esquivias, pobre o rico o simplemente soltero, sin más, no podía ser el modelo de don Quijote. La exageración caballeresca tenía que ir aliada a un espíritu cultivado, a una exaltación de las facultades mentales, a un temperamento místico o religioso”, escribiría.

Lenin y una revolución inconclusa

Vladimir Lenin ✆ Mario Tosto
Dari Mendiondo Bidart   |   Un 22 de abril de 1870, en la lejana Rusia, nació Vladimir Ilich Lenin que se ha insertado en la historia como el líder indiscutible de lo que fuera una revolución que supo derribar a un imperio milenario, cuyo despotismo concitaba el rechazo de los intelectuales y el mundo político avanzado de la época. En el país más atrasado de Europa, donde la servidumbre recién fue erradicada en 1865, donde precisamente en 1870 Jorge Plejanov introduce El Capital de Marx en los círculos estudiantiles y políticos progresistas de la Rusia de los zares.

En el calendario europeo se habían sucedido grandes revoluciones, como la del 14 de julio de 1789, donde surgió la bandera tricolor, los Derechos del Hombre y el Ciudadano y el trípode en el cual se asentó el ideario de la naciente república: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

A la República la sustituirá el Imperio Napoleónico, luego de su caída vendrá la restauración monárquica en Francia, y estallarán las revoluciones de 1830, 1848 y la Comuna de París en 1871, todas ellas con su heroísmo, sus enseñanzas, sus leyendas de martirologio, así como avances en la proliferación de ideas revolucionarias. Europa se sacudía envuelta en grandes transformaciones.