“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

15/11/14

De la libertad y la autonomía universitaria

Ricardo Sánchez Ángel

I.  Uno de los derechos más preciosos del hombre 

En la antigua Grecia con sus academias, en las mezquitas árabes como la del Califato de Córdoba (España), se practicó el primado de la razón y del libre examen, y fueron los inicios de la dilatada saga de formación de centros educativos superiores, que encuentran en Europa en los siglos XII en Bolonia y XIII en París, nuevos impulsos de universitas, de maestros y discípulos con los condicionamientos propios de las organizaciones de gremios o corporaciones. Existió un clima de libertad y autonomía con derecho a darse normas internas que les dio un fuero especial en materia de libertad de opinión, movimiento y abstenerse de involucrase en contiendas políticas. El emperador Federico Barba Roja promulgó en 1158 una orden por la cual nadie podía limitar la libertad de movimiento de las universitas, incluso el derecho a irse y volver a sus cátedras.