“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/11/13

Daniel Barenboim: el virtuoso como un intelectual

Foto: Daniel Barenboim
Maciek Wisniewski  |  Una vez lo escuché en vivo: en 2011 en el Rubinstein Piano Festival en Lodz –mi ciudad natal y la del maestro Artur Rubinstein (1887-1982)–. La actuación fue un homenaje a su gran mentor, promotor y amigo que era, a pesar de la diferencia de edades (55 años). Rubinstein fue un conocido de sus padres, descendientes de judíos rusos emigrados a Buenos Aires y conoció a Daniel antes de que naciera en 1942, aún en el vientre de su mamá. Cuando los Barenboim se mudaron a Israel, Daniel no se olvidó de Argentina, aunque en principio los vínculos eran forzados: varias veces tuvo que viajar para que le postergaran el servicio militar. Una vez se fue con la carta de justificación de Rubinstein. Para el niño prodigio, que empezó como solista a los 10 años (el año pasado por estas fechas festejaba sus 70 años de vida y 60 de carrera), el maestro polaco fue un modelo y guía. Cuando Barenboim, ahora más conocido como director, empezó a dirigir las orquestas (trabajando luego con las mejores del mundo, hoy a cargo de la Staatskapelle de