“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/11/13

Crítica de la semiótica impura

Edvard Zeind  |  Los nombres, para Platón, siempre han existido en el mundo celeste, en la zona de los arquetipos; para Aristóteles, en cambio, los nombres tenían que ser encontrados en las cosas, esto es, creados; siglos después, Francis Bacon, que creía que conocer es recordar, razonó que son los ídolos lingüísticos, instintivos, históricos y sociales los que pergeñan los nombres (la escarcha era "tela de araña" para los agoreros griegos y "espuma" para los mágicos siriacos); Martin Buber, en su bello libro ‘Die Erzählungen der Chassidim’, insinúa que la idolatría, o sea, el culto al politeísmo, deviene cuando "un rostro se dirige reverentemente a un rostro que no es un rostro", y tal afirmación recuérdanos otra de Blanchot, que dice: "El pensamiento tomado irónicamente como objeto por algo que no es el pensamiento". El pensamiento, hecho síntesis, concepto, se

Albert Camus, ‘Midi le juste’ | 100 años

  • Cien años después de su nacimiento, el 7 de noviembre de 1913, Albert Camus continúa siendo una figura mítica del  pensamiento mundial. El autor analiza la figura controvertida de un hombre que, dice, nació bajo la impronta del malentendido.
Albert Camus ✆ Emmanuel Polanco
Iñaki Urdanibia  |  Habitualmente, cuando se habla del autor de «La peste», se establece una comparación con quien fuera su amigo, y más tarde adversario, Jean-Paul Sartre. El último ejemplo, o seguro que ya ha quedado superado por otros, el suministrado por Michel Onfray en su retrato «libertario» -contrapuesto al «autoritarismo» del autor de «La náusea»- del escritor que nació el día 7 de noviembre de 1913 en tierras argelinas. Tal vez fue su tendencia a tomar posturas en la vía del ni / ni, del sí / no, o desde el centro de la contradicción... mirando las cosas del «derecho y del revés» («me aferro al mundo con todas mis fuerzas, a los hombres, con toda mi piedad y mi reconocimiento. Entre este derecho y este revés del mundo, no quiero elegir, no me gusta que se elija») lo que provocó más de un alboroto y más de un «malentendido»; aunque casi me atrevería a decir que el primero de ellos, remedando a Calderón, sería el haber nacido: Camus nació con la impronta del malentendido, y me explico.

Si, según él, era esencial el reconocimiento de los demás, a él, huérfano de padre -murió en la guerra- le faltó desde el hogar familiar. Su queridísima madre viuda, pobre, analfabeta, sorda y prácticamente muda, y como consecuencia de ello,