“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/5/13

La Italia de hoy se parece mucho a aquella que amargó la vida del gran escritor florentino Nicolás Maquiavelo

Nicolás Maquiavelo
Rafael Luis Gumucio Rivas

Italia tiene la particularidad de producir los más grandes pensadores políticos de la humanidad, Nicolás Maquiavelo y Antonio Gramsci y los políticos más  execrables moralmente, y un régimen de gobierno en permanente crisis. Mientras el papado elige, con prontitud y eficiencia a su “monarca absoluto”, el Quirinal  se ha demorado cuatro meses en generar un gobierno que, por lo demás, es una alianza espuria entre un ex democratacristiano, un tecnócrata y un pedófilo – que debiera estar en la cárcel y no moviendo, por detrás, los hilos de la política italiana -.

En 1513, hace justamente 500 años, Nicolás Maquiavelo escribía El Príncipe. Si nos trasladamos a la Toscana de esa época, el ex diplomático Maquiavelo, desterrado al  campo, relataba cómo él se sacaba su traje de labriego y, por la noche se vestía de embajador, para escribir su breve tratado sobre la manera de apropiarse del poder y conservarlo.