“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

4/7/13

Las multitudes en Turquía y Brasil

Turquía...
... y Brasil
Ricardo Sánchez Ángel 

Las movilizaciones en curso en Brasil y en Turquía discurren en escenarios un tanto diferentes. En el país que fue sede del Imperio Romano por decisión del Concilio de Nicea en el 325, y obra del gran Constantino, se adelanta una protesta desde el 27 de mayo, que confronta el autoritarismo del reaccionario primer ministro Recep Tayyip Erdogan, en un contexto de limitaciones de todo orden al ejercicio de los derechos democráticos. 



Especial para La Página  
En Brasil, la protesta que comenzó el 6 de junio se ejerce en relativa democracia, con un gobierno reformista, pero que no evitó la dura represión policial el 20 y el 26 de junio, todo esto mientras se celebra la Copa Confederaciones de Fútbol. Como se sabe, ambos países, Turquía y Brasil, son reconocidos como economías emergentes. Es así que Brasil hace parte de los llamados BRICS, junto a Rusia, India, China y Sudáfrica. 

Turquía

En la antigua Bizancio, Constantinopla, Estambul, las multitudes se congregaron para defender la tradicional plaza Taksim, que amenaza ser destruida por el gobernante para impulsar complejos inmobiliarios: centro comercial, subterráneos, avenidas, oficinas y otras construcciones suntuarias, incluida la pretensión de un monumentalismo islámico. El propósito es expropiar el espacio público, el bien común histórico, cuya área abarca el barrio tradicional Beyoglu, de vida libre, en costumbres y actividades artísticas e intelectuales. Expulsar el sitio emblemático de la protesta urbana, la plaza Taksin, y confinarla a los extramuros de la ciudad, donde se proyecta construir plazas más parecidas a lugares de destierro.

Las movilizaciones turcas han comprometido a la juventud, las mujeres, intelectuales y defensores de lo laico y los derechos humanos, los ambientalistas urbanos e incluye en las últimas jornadas la activa participación de sindicatos y de trabajadores de toda condición. La cúpula gubernamental acudió al diálogo acompañado de más dura y contundente represión, convirtiendo la plaza Taksim en un campo de confrontación. Al igual, el régimen anunció detener los proyectos y propuso realizar consultas y un referendo. El primer ministro convocó concentraciones públicas de sus partidarios, buscando la contraofensiva política beligerante contra las multitudes que defienden la ciudad histórica, sus símbolos ciudadanos, la plaza democrática. Al igual que acelera su fanatismo religioso y el ataque a las mujeres y a la diversidad en las personas. Tienen razón el Colectivo Feminista Socialista de Turquía cuando afirma: “¡Las mujeres se rebelan! ¡Y no nos detendréis con gases, tanques y porras! Las mujeres resisten con los demás grupos oprimidos desde hace dos días. Trabajadores, kurdos, LGBT, alauitas, musulmanes, no musulmanes, ateos y todos los oprimidos/as, explotados/as, insultados/as y condenados/as como "traidores" están rebelándose en Turquía. La resistencia que ha comenzado en el parque Gezi de la Plaza Taksim en Estambul está desbordándose y extendiéndose a numerosas ciudades”[1].

Así las cosas, el gigante de Turquía está entrando a su propia crisis política de dominación, como capítulo de la onda revolucionaria inaugurada en Túnez y Egipto en 2011. En estos dos países la movilización es permanente.

El plan de urbanismo en marcha en Estambul sigue las pautas de territorialización del capitalismo en todas las ciudades del planeta. GuyDebord con precisos términos definió estas tendencias: “el urbanismo es la conquista del entorno natural y humano por parte de un capitalismo que, al desarrollarse según la lógica de la dominación absoluta, puede y debe ahora reconstruir la totalidad del espacio como su propio decorado”[2].
La batalla urbana despliega sus energías contra la atomización, por mantener los lazos que la ciudad tradicional estableció: barrios, calles, plazas, arquitectura urbana como obra de arte. Pero todo es más complejo en Estambul, porque sus ruinas y destrucción urbanas abarcan el esplendor de la antigüedad, la del Imperio Otomano que conquistó Constantinopla en 1453, ciudad de la melancolía y la amargura, como la recrea OrhanPamuk en la obra que da claves para leer desde tan lejos, como Colombia, de manera cercana a esta ciudad[3].

En Estambul se superponen varias historias cuyas temporalidades aparecen dominadas por el neocapitalismo financiero e inmobiliario, revestido de una vuelta al islamismo fundamentalista, pero que tiene unas tradiciones de esplendor como ciudad y civilización, al igual que las herencias laicas y democráticas que vienen desde las reformas de Atatürk, quien fuera fundador y primer presidente de la moderna República de Turquíaen 1923, luego de liderar la Guerra de Independencia contra las potencias aliadas,que terminó en el establecimiento de la República moderna, democrática y laica.

Brasil

En Brasil, en estos días de junio, un vigoroso movimiento de confrontación al alza en el transporte público en Sao Paulo y otras ciudades –se calcula que han sido cerca de 400- tuvo el apoyo de centenares de miles de manifestantes, que ocuparon calles, avenidas y plazas. Los medios de comunicación registraron la amplitud de la movilización, y las redes sociales, las cuales se han constituido en Turquía, en el mundo árabe, Europa, América del Norte y del Sur, en vehículos de información, convocatoria, orientación y análisis, ampliando la base social e intelectual de las luchas. El gobierno derogó las alzas, anunció el diálogo y prometió medidas sociales, en primer lugar en transporte y educación. 

Lo que comenzó como un movimiento anti-alza en el transporte, se dimensionó en una crítica al sistema vehicular, al capitalismo faraónico de los estadios y al mundial de fútbol, en el que se calcula se han venido invirtiendo en obras y organización 25 mil millones de dólares, a todas luces un gasto suntuario. Todo esto bajo la batuta de la FIFA.

Lo que expresan los activistas en las movilizaciones de no a más estadios y sí a educación y transporte masivo, moderno y sin costo alguno, es una conciencia radical de crítica a la sociedad del espectáculo, concretada en forma magnífica en Brasil por la industria de los estadios, los equipos, el fútbol, en articulación con los medios masivos de comunicación: la televisión, la radio y los periódicos. En torno a los estadios y el fútbol concurren los capitalistas financieros, inmobiliarios y mediáticos. Afuera de los estadios se concentra la protesta.

El fútbol como sociedad del espectáculo en Brasil y demás países del mundo, consiste en una masificación del deporte, una industria de diversión y entretenimiento del capitalismo de masas, con sus propios ídolos, fetiches, sistemas de alienación. Una verdadera religión con sus jerarcas y fieles, que controlan y transforman las emociones humanas en fanatismo delirante, proclive a la violencia. El gran valor lúdico, el juego, el deporte, que acompaña el desarrollo de las sociedades humanas, se ha convertido bajo el capitalismo en  negocio, religión y dominación. A esto apunta la movilización promovida por PasseLivre y por otros grupos y redes sociales. Las izquierdas, de manera variopinta, apoyan el movimiento.

El señalamiento del abandono de la educación y la salud, al igual que la injusticia y la desigualdad, la indignación por la corrupción y la clase política, lo que expresa la consigna “qué coincidencia, sin policía no hay violencia”, son ideas fuerza que acompañan a los manifestantes.

El movimiento ha puesto en evidencia que el reformismo de Lula, Dilma y el Partido de los Trabajadores (PT) no altera la balanza del poder económico-social hasta hoy a favor de los grandes capitalistas. Los avances son limitados y en buena parte mediocres. La combinación entre socialdemocracia y neoliberalismo ha dado como resultado un Brasil capitalista, de logros económicos relativos, que no se tradujeron en la eliminación del latifundio, los monopolios, la preponderancia del complejo financiero-industrial y los rentistas del agronegocio.

La democracia brasilera, nada despreciable, no obstante está acorralada por la corrupción, el clientelismo y la dictadura informativa de los grandes medios. Sobresale que el gobierno es impotente y/o cómplice ante la continuidad de los numerosos asesinatos a indígenas, campesinos y activistas. Para el gobierno de Dilma, el mandato sigue siendo: primero el capital y luego los trabajadores. El rechazo que se presenta a la dirección del PT es explicable: el gobierno no cumple las promesas sino a medias y los trabajadores, incluyendo sectores de izquierda dentro y fuera del PT, están indignados.

En Brasil el gobierno de Dilma ha reconocido la legitimidad de la protesta, en medio de muchas luchas reprimidas. Anunció una salida a la crisis proponiendo un plebiscito que legitime una reforma política a través de una constituyente. Los trabajadores, sindicatos, activistas y organizaciones sociales convocaron para el 10 de julio próximo una huelga general, algo que la presidenta trata de evitar. Esto confirma que el desencanto abarca no sólo al sistema político de máscara democrática, sino que se expresa en el corazón del poderoso PT, a quien le están pasando la cuenta de cobro por la corrupción y preferir gobernar para los ricos y sólo después para los trabajadores. En la complejidad de esta crisis, pequeños pero significativos grupos de derecha, han incursionado con el propósito de disputar la orientación de la protesta.

Conclusión

Lo que expresan estas multitudes en las escenas turcas y brasileras es una ampliación de la rebelión permanente que en todos los continentes se viene dando por superar la crisis generada por el capitalismo histórico, que es una crisis combinada: económica, social, cultural, ambiental.

En estos días de gracia de final de junio, las multitudes ocupan de nuevo la Plaza Tahir en El Cairo, en demanda de libertades y contra el gobierno de Mohamed Morsi. En Portugal se realizó una huelga general, en una seguidilla de esta forma de lucha generalizada en Europa: España, Grecia, Francia… En Chile el movimiento estudiantil sigue ocupando las calles y plazas. Son multitudes rebeldes con tejidos sociales en la clase trabajadora y sus familias, con un alcance programático y una profundidad política que sobresale sobre otros movimientos estudiantiles en el continente y en el mundo.

El tablero es más amplio y Colombia no es la excepción. La batalla de los labriegos hoy, realmente heroica, por la reserva campesina en el Catatumbo, es la última expresión de las protestas, que son también ambientales, estudiantiles, indígenas, de los trabajadores cafeteros, de los jóvenes, las mujeres, las víctimas, en acción directa, incluyendo las huelgas proletarias en Cerrejón, Puerto Gaitán contra Pacific Rubiales y en el Cesar contra Drummond. La manifestación multitudinaria realizada en Bogotá el 9 de abril a favor de la paz es una expresión de los deseos y las conciencias de las gentes del común.

Crece la audiencia y crecerá aún más, porque la conciencia deviene en programa y en organización. Ideas con acción y viceversa, es lo que está madurando hacia lo necesario, deseable y ojala inevitable: la revolución internacional, de país a país, de continente a continente, con sus reformas y transiciones, con un horizonte emancipador en todos los órdenes. El otro escenario, absolutamente indeseable y repugnante, es la agudización de la barbarie, con la destrucción del tejido social-cultural, de la vida humana y planetaria, con sus guerras, racismos, sexismos, infamias y destrucción de las libertades.

Notas

[1]¡Las mujeres también resisten!Colectivo Feminista Socialista.Estambul, 01/06/2013. Tomado de: http://www.socialismo-o-barbarie.org/medio%20oriente/130602_turquia_llego_la_rebelion.htm 
[2] DEBORD, Guy. La sociedad del espectáculo. España: Pre-Textos, 2005. 2ª ed. pp. 104-105.
[3] PAMUK, Orhan. Estambul. Ciudad y recuerdos. Bogotá: Mondadori, 2006. 

Ricardo Sánchez Ángel es doctor en historia y profesor en la Universidad Nacional de Colombia
Correo: rsangel49@gmail.com