“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

20/5/13

Karl Kautsky & Lenin sobre la República y el Estado

Lars T. Lih
Traducción de Gustavo Buster

English
A finales de 1904, Karl Kautsky escribió una serie de artículos bajo el título general de La república y la socialdemocracia en Francia. Las reflexiones de Kautsky sobre la posición marxista ante la república surgieron de un debate entre los socialistas europeos sobre la conveniencia o no de que los socialistas participaran en un gobierno burgués, como en el caso de Alexandre Millerand en Francia. Los marxistas ortodoxos como Kautsky se opusieron a la presencia de Millerand en el gabinete francés. Su crítica de la Tercera República “burguesa” en Francia fue tan vehemente que algunos socialdemócratas alemanes llegaron a la conclusión que los marxistas tenían prejuicios contra la república como forma de organización política. Tal vez los marxistas eran políticamente indiferente; tal vez incluso preferían una monarquía, como la alemana.

Kautsky tomó la pluma para rechazar esas sospechas y aclarar la posición marxista, algo complicada, hacia la república. Los marxistas estaban lejos de ser políticamente indiferentes, afirmaba Kautsky: apoyan firmemente la república, y en particular, creen que la república democrática es la única forma posible de dictadura del proletariado. Pero la Tercera República burguesa francesa no era muy democrática. De hecho, se ha descrito con precisión como una "monarquía sin monarca" [1].

Una de las tareas de los socialdemócratas en países como Francia y los EE.UU. era luchar contra las "supersticiones republicanas" que llevaban a los trabajadores a subestimar la ferocidad de la lucha de clases, incluso en una república parlamentaria. Al mismo tiempo, los trabajadores franceses podían y debían sentirse orgullosos de ciertos episodios de la tradición republicana: la Primera República (1792-1804) y la Comuna de París (1871).

Para defender su posición, Kautsky hizo primero un repaso de la historia de la lucha de clases en Francia, desde la revolución de 1789 hasta la Tercera República, que había surgido de las ruinas humeantes de la Comuna de París en la década de 1870. Luego, en la segunda mitad de su serie de artículos, lanzó una crítica a gran escala contra las instituciones y políticas de la Tercera República “burguesa” desde el punto de vista del socialismo proletario. Las 90 páginas del libro tuvieron un importante impacto en su época. En Rusia, por ejemplo, se publicó una traducción poco después de la edición original en alemán. En los primeros años de la Unión Soviética, en los que las obras de Kautsky se siguieron publicando en grandes ediciones, La república y la social democracia en Francia fue de nuevo reeditada.

Hoy, el folleto de Kautsky duerme en el olvido, a excepción de pequeñas discusiones de especialistas en Kautsky, pero hay buenas razones para ponerlo de nuevo en circulación. No hay tantos estudios en profundidad sobre cuestiones estrictamente políticas de marxistas importantes como para que podamos darnos el lujo de descuidar uno de este calibre. El enfoque marxista de Kautsky de la historia revolucionaria francesa y sus análisis de las instituciones políticas francesas conservan su valor, tanto por su contenido como por su método. Por lo tanto, Ben Lewis es digno de elogio por facilitarnos el acceso a este folleto de Kautsky en inglés. Estoy seguro que rápidamente será considerado como uno de los principales estudios marxistas sobre la república como forma de organización política.

Hay otra razón por la que encuentro el tratado de Kautsky un documento histórico fascinante: no fue citado por Lenin en El estado y la revolución (1917). El resto de mis comentarios se dedicarán a explicar el significado de esta ausencia.

La crítica a Kautsky de Lenin

Lenin tuvo una larga relación de amor / odio con Kautsky durante toda su vida. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la parte de odio, que se manifestó a partir de 1914 en las denuncias casi obsesivas de Lenin contra Kautsky como un "renegado" que había traicionado el socialismo. La investigación actual está sacando a la luz el otro lado de esa relación.

Toma de la Bastilla, julio de 1789

Para Lenin, como para casi todos los socialdemócratas rusos, los escritos de Kautsky eran la regla de oro de la ortodoxia marxista. Todos los socialdemócratas rusos invocaban constantemente a Kautsky como una autoridad casi inmaculada durante las disputas ideológicas en el seno de la socialdemocracia rusa. Pero la intensidad de la relación de Lenin con los escritos de Kautsky va mucho más allá. En efecto, Kautsky fue uno de los mentores ideológicos de Lenin en todas las etapas de su carrera, por lo menos hasta 1917. Paradójicamente, incluso el programa de Lenin de 1914-1917, a pesar de denunciar abiertamente la posición de Kautsky, se basaba explícitamente en sus escritos de antes de la guerra. Lenin nunca lo ocultó y de hecho hace constantemente hincapié en los méritos de "Kautsky, cuando aún era un marxista": es decir, hasta 1914.

Sólo en una ocasión criticó Lenin públicamente algo escrito por "Kautsky, cuando aun era un marxista". Esta crítica se produjo en la última sección de El estado y la revolución de Lenin. Sin embargo, esta sección también muestra la ambivalencia de Lenin acerca de Kautsky en todo su esplendor. La sección comienza con un elogio efusivo (e históricamente preciso) de la función de Kautsky como mentor de la socialdemocracia rusa. Aunque Lenin ataca a continuación La revolución social (1902) y El camino al poder (1909) de Kautsky por sus "evasivas" sobre el Estado, Lenin no puede por menos de subrayar que ambos libros contienen "una gran cantidad de material valioso", y ponen de manifiesto "la gran promesa de la socialdemocracia alemana antes de la guerra”.

En su mayor parte, la crítica de Lenin en El estado y la revolución no está dirigida a lo que dice Kautsky, sino a lo que no dice. El argumento de Lenin es que Kautsky evita cualquier discusión sobre el estado en algunas obras influyentes, escritas específicamente para refutar el "oportunismo". En particular, Kautsky no habla de las instituciones democráticas radicales de la Comuna de París ni de la necesidad de "destruir el estado", aunque estos temas forman parte importante del legado de Marx y Engels.

Demostrar algo en negativo - en este caso, que Kautsky no habla de ciertos temas- es siempre una tarea difícil. Lenin escribió El estado y la revolución en 1917, durante su exilio en Suiza y después de su regreso a Rusia. No tenía ni acceso ni tiempo para hacer una búsqueda de los escritos de Kautsky. Por lo tanto, titulo la sección correspondiente de su crítica "La polémica de Kautsky contra los oportunistas": es decir, se limitó a tratar solo algunas obras importantes. Pero nunca se señala esta autolimitación, y la mayoría de los lectores terminan El estado y la revolución con la idea de que Kautsky repudió explícitamente los ideales democráticos de la Comuna y que se oponía a cualquier forma de "destrucción del estado".

Surge, por lo tanto, la pregunta: ¿trató Kautsky este tema en otros trabajos, y, en caso afirmativo, cuáles eran sus puntos de vista? Tratar de responder esta pregunta me llevó, en primer lugar, a desenterrar el folleto largamente olvidado de Kautsky sobre la República Francesa. Estoy seguro de que Lenin leyó el trabajo de Kautsky en 1904-1905, cuando fue publicado por primera vez, aunque no hay referencias específicas a él en sus escritos. Sin embargo, parece haberlo olvidado cuando escribió Elestado y la revolución en 1917. ¿Qué nos dice el texto de Kautsky acerca de su actitud hacia las instituciones políticas de la Comuna de París o sobre la necesidad de "destruir el estado"?

El “ideal de la Comuna”

En los extractos traducidos por Ben Lewis, encontramos el relato de la Segunda República (1848-1850) y de la Comuna de París (1871) de Kautsky. Al final de esta sección, Kautsky escribe: "establecer el ideal político de la Comuna no es tan fácil, ya que se enfrentaron en su seno varias tendencias. Pero en lo fundamental todas las reivindicaciones prácticas y los esfuerzos organizativos de la Comuna surgieron del mismo tipo de república democrática que ya había sido establecido por la Gran Revolución [de 1789]”. A continuación, Kautsky cita página y media de La guerra civil en Francia de Marx, en la que este elogia las instituciones políticas de la Comuna.

Entre los puntos concretos mencionados por Marx en esta cita se encuentran la supresión del ejército permanente, los mandatos breves para los funcionarios electos, el control democrático local de la policía, los salarios de obreros para los burócratas, y la descentralización. Marx termina diciendo: "Mientras que los órganos puramente represivos del viejo Poder estatal habían de ser amputados, sus funciones legitimas serían arrancadas a una autoridad que usurpaba una posición preeminente sobre la sociedad misma, para restituirlas a los servidores responsables de esta sociedad" para Kautsky, estas instituciones políticas fueron la república democrática ideal que "el proletariado de París ha creado como una herramienta para su emancipación".

Durante el resto de su argumentación, Kautsky utiliza estas características de la república democrática ideal como un modelo para una crítica de las instituciones de la Tercera República francesa. Y encuentra que, en todos los sentidos, la república real estuvo muy por debajo del estándar creado por la Comuna de París. Después de una extensa discusión de la corrupción y la decadencia del "parlamentarismo" realmente existente, Kautsky concluye:

"La corrupción burocrática rusa o la corrupción republicana estadounidense: estos son los dos extremos entre los cuales oscila y debe oscilar la vida y el bienestar de todos los grandes estados capitalistas. Sólo el socialismo puede ponerle fin por medio de una  organización [estatal] como la que la Comuna de París comenzó a crear: es decir, por medio de la expansión más amplia del auto-gobierno, la elección popular de todos los funcionarios y la subordinación de todos los miembros de los órganos de representación al control y la disciplina del pueblo organizado. Ya en la actualidad, la mejor manera de luchar contra la corrupción parlamentaria es a través de la formación de un partido proletario grande, estrictamente disciplinado... Gracias a su constitución básica, la actual república francesa puede disfrutar de todas las ventajas de la unión parlamentaria con la corrupción burocrática".

Por lo tanto, debemos concluir que, contrariamente a la impresión que se desprende de El estado y la revolución, Kautsky suscribió el ideal de la Comuna, lo presentó a sus lectores (incluyendo los lectores rusos), y lo usó como base de una crítica mordaz a la “república burguesa” existente en Francia.

Antes de seguir, será útil una aclaración conceptual. En 1917, Lenin llamó a establecer una "república soviética", pero este ideal político no debe oponerse a la república democrática. La democracia al estilo soviético es una forma institucional de la república democrática. Si es o no la forma más conveniente es, por supuesto, una cuestión abierta al debate. Lenin contrapone la democracia al estilo soviético a la "democracia burguesa" y al "parlamentarismo burgués", pero de ninguna manera estaba rechazando el ideal de la democracia representativa.

Del mismo modo, a pesar de que Kautsky defendió tenazmente la "república democrática" como objetivo y defendió la democracia representativa, fue explícito a la hora de no avalar las repúblicas y los parlamentos existentes. Por razones obvias, Kautsky no emplea el vocabulario de la "democracia soviética" en 1904. Sin embargo, Kautsky defiende una democratización radical de las instituciones políticas existentes en todos los países europeos, tanto en las monarquías como en las repúblicas. No debemos permitir que la dejadez conceptual oculte las grandes similitudes de los ideales políticos de Lenin y Kautsky, por muy importantes que fuesen sus diferencias en otros temas.

"¡Destruir el Estado!”

Antes de embarcarse en el tema "¡Destruir el Estado!", será también útil una aclaración preliminar.

Esta llamativa consigna tiene al menos tres significados principales. Hacer estas distinciones no es sólo una cuestión de análisis lógico. Cada sentido se refiere a un escenario distinto de la revolución, y estos escenarios puede ser defendidos por personas con agendas muy distintas. No hay contradicción lógica en defender uno o varios de estos escenarios y rechazar el resto. Estos posibles significados de "¡Destruir el Estado!" deben de quedar claros antes de acudir a los textos.

  • El escenario anarquista. De acuerdo con los anarquistas, el Estado es la fuente de todos los males, y por lo tanto el primer deber de un revolucionario socialista es arrasar todas las estructuras de autoridad centralizadas, incluyendo las democráticas.
  • El escenario democratización. Si se define el Estado como una herramienta de explotación de clase que sitúa a una parte de la sociedad por encima de la otra, entonces una democratización plena que supere la alienación entre la sociedad y sus órganos de toma de decisiones equivale a destruir el estado.
  • El escenario "arte de la revolución". Una de las lecciones extraídas por Marx y Engels de las revoluciones fallidas de 1848 fue la necesidad de evitar que las fuerzas contrarrevolucionarias utilicen el aparato represivo del Estado para aplastar la revolución. Dejar las viejas estructuras intactas es extremadamente peligroso. Tienen que ser destruidas.
Hay otro importante significado de "¡Destruir el Estado!" que yo llamo el escenario "descomposición y reconstitución", pero este significado es irrelevante para nuestra discusión. Las breves descripciones de los diferentes escenarios que se ofrecen tienen como objetivo esencial demostrar que la “destrucción del estado” puede entenderse de manera muy distintas.

¿Cuál fue la posición de Lenin sobre los distintos escenarios hasta 1917? Si tenemos en cuenta El estado y la revolución junto con todo lo demás que Lenin decía en 1917 (un procedimiento necesario pero no siempre seguido), nos encontramos con que Lenin rechazó enérgicamente el escenario anarquista de la destrucción inmediata del Estado. Un estudioso de Lenin, Neil Harding, equipara “¡Destruir el Estado!” con el anarquismo y dice que, en 1917, Lenin inscribió el grito de guerra del icono anarquista Mikhail Bakunin en su bandera. Esta afirmación es totalmente engañosa. Por el contrario, cuando Lenin hablaba de “destruir el estado” , lo que tenía en mente eran los otros dos escenarios: la democratización y el “arte de la revolución” - a pesar de que no siempre tuvo el cuidado suficiente de separar estos dos significados.

Pasemos ahora a Kautsky. Nadie discutirá que Kautsky rechaza la hipótesis anarquista. En las secciones anteriores, hemos visto que también abogó firmemente por un programa de democratización amplio y radical de las estructuras políticas existentes. ¿Qué pasa con el escenario “arte de la revolución” de destrucción del aparato represivo del Estado? El artículo de 1904 de Kautsky proporciona también información de cuáles eran sus puntos de vista sobre este tema.

Kautsky argumenta que los jacobinos "pequeños burgueses" de la Revolución Francesa fueron capaces de lograr todo lo que hicieron porque "destruyeron [zerstört] los instrumentos de dominación de las clases dominantes": es decir, la iglesia, la burocracia y el ejército. A continuación, extrae la lección para los revolucionarios proletarios posteriores:

“El proletariado, así como la pequeña burguesía, nunca será capaz de gobernar el Estado a través de estos instrumentos de gobierno. Esto no es sólo debido a que el cuerpo de oficiales, la parte superior de la burocracia y la iglesia siempre han sido reclutados entre las clases altas y están íntimamente vinculados a ellas, sino también porque la propia naturaleza de estos cuerpos como instrumentos de gobierno implica que traten de elevarse por encima de la masa de la gente con el fin de gobernarla, en vez de servirla. Siempre serán mayoritariamente anti-democráticos y aristocráticos ...

“La conquista del poder del estado por el proletariado, por lo tanto, no significa simplemente la conquista de los ministerios [existentes], para luego, sin más, utilizar estos viejos instrumentos de gobierno – la iglesia oficial estatal, la burocracia y el cuerpo de oficiales - en un sentido socialista. Por el contrario, significa la disolución "[Auflösung] de estos instrumentos de gobierno”.

Las dos palabras clave en la argumentación de Kautsky son zerstört Auflösung. Mi diccionario alemán-inglés define zerstören como "descomponer, arruinar, destruir" y Auflösung como "disolver, desaparecer, dispersar, disolver". Por lo tanto, aunque Kautsky no haya utilizado la palabra “destruir”, su posición acerca de estos “instrumentos de gobierno” burgueses es muy poco ambigua.

Una vez que somos conscientes de la posición defendida por Kautsky en su obra de 1904 sobre la lucha de clases y la República Francesa, la crítica de Lenin de 1917 de “Kautsky, cuando aún era un marxista" pierde buena parte de su aguijón. Las posiciones políticas de los dos hombres se superponen mucho más que lo que podría esperar cualquier lector de El estado y la revolución. Sin duda, las diferencias siguen siendo muy sustanciales. Pero, cuando Gran Bretaña “celebra” (si, esa es la palabra) una "boda real", tal vez deberíamos centrarnos en el programa político común de la izquierda marxista durante los primeros años del siglo pasado: una república con instituciones radicalmente democráticas del mismo tipo que las de la Comuna.

Nota

[1] El mentor de Kautsky, Friedrich Engels, en su influyente Crítica del Programa de Erfurt (1891) argumenta de manera muy similar. Engels escribe: “Si una cosa es cierta es que nuestro partido y la clase obrera sólo pueden llegar al poder bajo la forma de una república democrática. Esta es incluso la forma específica de la dictadura del proletariado, como la Gran Revolución Francesa ya ha mostrado”. Además: “Así, pues, [debemos apoyar - LTL] una república unificada.. Pero no en el sentido de la actual república francesa, que no es más que el imperio fundado en 1799 sin emperador”.

Lars T. Lih estudió filosofía y ciencias políticas en las universidades de Yale, Oxford y Princeton. Fue profesor en la Universidad de Duke y el Wellesley College y actualmente enseña en la universidad McGill de Montreal, Quebec. El presente artículo es su introducción a la edición en inglés de La república y la socialdemocracia en Francia de Karl Kautsky, que no tiene aun traducción al español.
http://www.cpgb.org.uk 
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