“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/10/12

Club de los libros muertos / Las editoriales se transforman en espacios de exterminio

Libro libre  John Frederick Peto
Nicolás González Varela

En 1821, Heinrich Heine escribió en su obra Almansor. Eine Tragödie que “Dort, wo man Bücher verbrennt, verbrennt man am Ende auch Menschen”: donde se queman libros, al final, también se quemará a los hombres. Heine rememoraba a Mohamed Ibn Abi Amir, dit Almansor, heredero forzado en el culto califato de Córdoba, ambicioso militar, filicida, que permitió que los teólogos musulmanes quemaran todos los libros que contradijeran la fe de Mahoma. Podría parafrasearse diciendo que donde se tritura un libro, ¿se triturará también a los hombres?

Hoy ya los biblioclastas (o más bien bibliofóbicos) no son intolerantes radicales o emperadores despóticos en busca de borrar pasado y opositores, sino una gris tarea de posmarketing de la industria editorial. Descubrimos horrorizados que las editoriales destruyen sus libros malvendidos. Es indiferente su calidad literaria. Malthus había descubierto la hermosa Trinidad, esos “delicados monstruos” de la producción y la crisis capitalista: sobreproducción, sobrepoblación, sobreconsumo. Y a pesar del aura que lo rodea, el libro no escapa a esta lógica. Entonces a las tres formas básicas de biblioclastía (superstición, incuria, interés) se sumaría una cuarta: la superproducción. A la ingente generación geométrica de libros se le enfrenta una progresión aritmética de lectores, diferencia que se manifiesta como stock inexplicable.

Pragmatismo decepcionante / Forjamos el orden al dejar de lado las partes desordenadas

Miradas Lola Roig
Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
Williams James impartió una serie de conferencias en las que trató de comprender, hablando, cuáles son las diferencias filosóficas entre el racionalismo y el empirismo. La charla inaugural se llamó `Los tipos de pensamiento filosófico´, la cual no recorrió los senderos que hay entre la teología, la metafísica, el empirismo, el positivismo, la fenomenología, el estructuralismo y la lingüística. Williams Jemes me decepcionó, pues sus argumentos son exageradamente adornados y provincianos. Pero al menos sabía poesía, y citó esto de Thomas Gray: "Still in the ashes live the wonted fires".