“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/5/07

¿Ha sido privatizada Cecilia Bolocco por Carlos Menem y adjudicada a un(a) transnacional?


Una serie de emociones acudieron a mi mente después que me enteré del último episodio privado/público de Cecilia Bolocco, la esposa del señor Carlos Menem, ex presidente de Argentina. Resulta ser que Cecilia, Miss Universo 1987, fue sorprendida por un “paparazzo” y fotografiada en su casa de Miami con sus tetas al aire, en compañía de un “amigo personal”. Por supuesto que yo no censuro el espectáculo, sobretodo por que a sus 41 años, Cecilia todavía tiene arrestos como para mostrar su desnudez, así sea a su “amigo”.

El problema es que, lo confieso con cierto rubor, me quería aprovechar de la ocasión para abalanzarme sobre la figura de Carlos Menem y denostar de el. Motivos los hay, y en demasía, para este engendro que causó la ruina de todo el país que en desgracia presidió, sino que se arrastró de la forma más vil y abyecta ante el Imperio. Cómo fue de ruin el Carlos Menem, que en la llamada Guerra del Golfo, que sólo fue la primera invasión a Irak, envió un barco, dizque a patrullar las aguas irakíes. Pero me puse a pensar un poco y recordé las advertencias de mi primo Eduardo Márquez, que --¡por fin!-- es un próspero comerciante del Valle de Quíbor. “Lalo”, como llamamos en familia a mi primo, siempre me recuerda mi origen “campisto”, sobre mis costumbres, sobre mis hábitos alimenticios, en fin, sobre mi forma de ser y hablar, y concluye siempre afirmando que por más “estudiado” que sea, siempre terminaré viendo al mundo como lo veíamos en Humocaro Alto en los años cincuenta.

Inicialmente yo me imaginaba a Menem retorciéndose de la vergüenza, llorando amargamente su desventura, su corazón latiendo aceleradamente por el peso que significaban los enormes cuernos que tenía adheridos en su cabeza, en fin, discutiendo con sus íntimos sobre la forma de explicar a sus potenciales electores las razones que tenía Cecilia de aparecer en la forma como fue sorprendida. Esta nota nos puede ilustrar sobre el asunto:
“Dos programas de televisión chilenos informaron haber hablado por teléfono con Cecilia Bolocco, quien aún se encuentra en Miami, y señalaron que ella negó que exista una relación sentimental con Luciano Maroccino, a quien calificó sólo como "una amistad de negocios", según el periodista René Naranjo, de Canal 13 de televisión”( de Chile).

Resulta que Cecilia apareció hace días con un vestido que se puede apreciar en http://www.freeway.com.uy/2007/02/27/exclusiva-con-la-bolocco/, y Menem no tuvo ninguna reacción fuera de lo común, digamos, no se descompuso en absoluto, ni se permitió comentarios fuera de tono para su bella esposa. Y razones las ha tenido, porque está demasiado ocupado en tremendas curdas con buenos vinos chilenos y jugando póker, que es su verdadera pasión. Recordemos que Menem sólo le lleva de ventaja a Cecilia 34 años de edad.

Menem es recordado porque todos los bienes del Estado los transfirió a las transnacionales: petróleo, telecomunicaciones, electricidad, ferrocarriles, etc. No contento con esto, la corrupción se hizo presente en todos los estamentos del su gobierno, pero gracias al control que tenía sobre el poder judicial siempre salió “absuelto”. Hasta se negó a investigar la muerte de su hijo, quien pereció en circunstancias sospechosas, a pesar de los reclamos y suplicas de Zulema Yoma, la madre de su hijo.

Menem lo vendía todo y lo corrompía todo. Un hombre con ese historial, que traficó con la economía y la soberanía de su país, con la muerte de su hijo, que hizo los desastres que malamente se recuerdan en Argentina, ¿Qué de extraño puede ser que haga lo mismo con su mujer? Ella mismo ha declarado que la relación que la une con el caballero italiano es sólo "una amistad de negocios".